rescatando un poco de humo
Mi abuela solía encender incienso a media tarde. Cortaba un limón bien amarillo por la mitad y clavaba la varilla del incienso justo en el centro del trozo que había elegido. Una vez prendido, el resto lo hacían el fuego y el aire, que evaporaban la varilla, poco a poco, en humo de olor a sándalo.
No había vuelto a recordar ese detalle hasta el otro día, y es extraño, pues suelo hacer uso del incienso. Me relaja. Quizás el olor desató en mí el recuerdo de sus manos ya arrugadas cortando un limón por la mitad y dejándolo encima de la estantería.
Si cierro los ojos puedo olerla a ella como si estuviese aquí, a mi lado. Sé que está si yo quiero. Y espero no olvidar nunca este olor que siento tan cercano, poder destaparlo siempre que yo quiera, dejarlo escapar por un rato de dónde quiera que esté guardado.
No había vuelto a recordar ese detalle hasta el otro día, y es extraño, pues suelo hacer uso del incienso. Me relaja. Quizás el olor desató en mí el recuerdo de sus manos ya arrugadas cortando un limón por la mitad y dejándolo encima de la estantería.
Si cierro los ojos puedo olerla a ella como si estuviese aquí, a mi lado. Sé que está si yo quiero. Y espero no olvidar nunca este olor que siento tan cercano, poder destaparlo siempre que yo quiera, dejarlo escapar por un rato de dónde quiera que esté guardado.
2 Comments:
de olores iba a hablar yo hoy, mi casa está llena de ambientadores vía mama, y me recuerdan y sé que están perfumando los momentos de ahora, que son recuerdos en potencia.
yo tampoco había leído tu blog. m está gustando el tuyo.
yellow_cab
http://like-spinning-plates.net
tu diario sigue como siempre, a cuentagotas, pero algo es algo. a mí nunca me gustó el olor a incienso, igual es porque me recuerda a la semana santa.
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