Caricias por luminancia
Debería ser obligatorio que todos nos emocionásemos, al menos una vez, escuchando Antony and the Johnsons. Es una banda sonora perfecta; el domingo soleado se hace más agradable si cabe, después de levantarme pasadas las dos. Creo que he tenido que pasar toda la noche pensando en cosas bonitas, porque me he levantado con una sonrisa dibujada en la cara y he decidido que no me la voy a quitar en lo que queda de día.
Me voy a colgar mis alas invisibles y me voy a acercar un rato hasta el fin del mundo, que seguro que es un lugar con un horizonte precioso. Llegaré justo en el momento en que se ponga el sol y los rayos acaricien al mar hasta que un punto de luz llegue a la orilla, donde me quedaré, sentada con las manos apoyadas en las rodillas, sintiendo que, por un momento, el tiempo se ha parado de nuevo.
Me voy a colgar mis alas invisibles y me voy a acercar un rato hasta el fin del mundo, que seguro que es un lugar con un horizonte precioso. Llegaré justo en el momento en que se ponga el sol y los rayos acaricien al mar hasta que un punto de luz llegue a la orilla, donde me quedaré, sentada con las manos apoyadas en las rodillas, sintiendo que, por un momento, el tiempo se ha parado de nuevo.