Hay cosas que todo el mundo ve muy claras menos tú. Como eso de la biga en ojo ajeno. Hay cosas que he olvidado ya como se hacen, se quedaron detrás del muro de contención y cuando terminó la guerra nadie se acordó de rescatarlas. Y allí se quedaron, en el olvido. Yo me acuerdo de ellas los días como hoy. Los domingos echo de menos un paseo bajo el sol, echar la siesta a su lado, que ponga un disco y me explique lo mucho que le gusta aunque lo repita mil veces, cantar juntos esa canción; porque sí. Lunes de verano (de verano).
En estos días de mierda y rosas, como bien escribió alguien un día, quiero dejar de pensar. Ahora ya no hay fecha límite, bueno, de alguna manera todo está más claro, desde que apareció un miércoles en forma de ventana y nos resolvimos mútuamente la misma duda. Y eso está muy bien. Además ese día que asomó por la ventana había sido un día fatal, de los peores, y él llegó como si nada y me devolvió una sonrisa. Fue lo mejor del día. Soy feliz con poco y menos.
Hoy es lunes y el día ha empezado con una llamada, una buena noticia. Todavía hay que desarrollarla, viento en popa. Lo bueno y lo malo vienen ambos a la vez. Y hoy, claro, me quedo con lo bueno.
Olvidé lo de ayer. O quizás no lo olvidé y ya no me apetece repetirlo. En fin, creo que me estoy agobiando antes de tiempo. Siempre suele pasarme, se me echan los nervios encima y luego pues las mismas consecuencias: no me organizo, pienso demasiadas veces en cosas que luego nunca haré, aunque me muera de ganas o de necesidad. Sé lo que quieren pero dejo que me engañen, porque todo es mentira y lo sé, y mientras me convenzo de que lo sé, me imagino otras cosas que me gustan más. Siguen siendo mentiras, al fin y al cabo. La vida es así de fea y a veces más vale cerrar los ojos y dejar que te mientan, por lo menos hasta que te canses.
Hace tiempo me puse una fecha límite para algo que no voy a explicar aquí. Solo decir que esa fecha está al caer. Que no he sido capaz de llevar la iniciativa. Y que voy a dejarlo escapar para morirme de rabia toda la vida. Y tan solo puedo consolarme en mi apatía. No puede ser más triste, pero no tengo fuerzas, ni ganas, ni nada.
