a que no me das un beso?
Al salir de clase yo subía Vía Laietana en dirección a Urquinaona y él salía con la moto justo en dirección contraria, hacia el mar, siempre hacia el mar.
Nunca le había dicho cuántos días me giraba para verlo marchar, con su casco rojo doblando la esquina, me gustaba mirarlo cuando no me veía.
En clase solía sentarse delante. Yo me aprendí su cogote casi de memoria. Algunas veces nos sentábamos cerca, como aquel día que vimos "Un tranvía llamado deseo"; estaba nerviosa, sentía mi corazón latir tan fuerte que creía que iba a escucharlo.
Apenas hablábamos allí, durante el día. Nos observábamos, me gustaba mirarlo, como si fuera un amor platónico, está allí pero no alcanzas a decirle nada, silencioso; luego en cambio, por las noches, teníamos conversaciones interminables a través de una ventana.
Recuerdo que una vez que estábamos los dos agobiados le dije:
-Nos vamos lejos? Te fugas conmigo?
Y él me contestó que seguro que seríamos felices. Nos confesamos muchas cosas aquella noche.
Le explicaba algunas de estas cosas el otro día, tumbados uno al lado del otro, escuchándolo respirar. Recordábamos cómo le reté a un beso, sin pensármelo, porque de lo contrario creo que jamás lo hubiera hecho; y cómo nos dimos ese beso y todos los que después le siguieron.
No nos hemos tenido que ir tan lejos.